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Casa Carmela: cuatro generaciones de paella auténtica en Valencia

Casa Carmela es más que una simple paella en Valencia. Es una parte esencial de la historia culinaria y cultural de la región. Desde 1922, esta icónica casa de comidas ha sido testigo y partícipe de la evolución de la cocina tradicional valenciana. En sus casi 100 años de existencia, ha visto pasar cuatro generaciones que han mantenido vivos los sabores auténticos en la Playa de la Malvarrosa. Vamos a hacer un recorrido gastronómico y familiar para descubrir los secretos de su legado.

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De barraca a ícono gastronómico

Todo comenzó con Don José y Doña Carmen, los fundadores originales de Casa Carmela, quienes transformaron una modesta barraca en el corazón de la tradición valenciana. Ellos no solo proporcionaban un lugar de descanso para los turistas madrileños, sino que también ofrecían la más genuina expresión de la gastronomía local. José, con su diligencia, recorría la huerta de Vera trayendo lo mejor para los visitantes, y Carmen, con una destreza innata, cocinaba delicias que después se convertirían en emblemas.

Casa Carmela no tardó en convertirse en un punto de encuentro para personalidades destacadas, como Vicente Blasco Ibáñez, quien disfrutaba no solo de su cocina sino también de la hospitalidad familiar. La historia de esta primera generación es una mezcla perfecta de perseverancia y amor por el buen comer.

Ampliando horizontes familiares

Con los años, el legado pasó a la segunda generación, liderado por El tío Toni y Lola ‘la rialla’. Ellos expandieron el negocio, adaptándose a las necesidades de los clientes y dejando una huella indeleble en la forma de hacer paella. La familia acogía huéspedes y ofrecía comidas preparadas con ingredientes de su propia huerta. La pesca del día y el compromiso con lo local eran –y siguen siendo– la clave de sus exquisitos platos.

Mantuvieron siempre un entorno cálido y acogedor donde las amistades se formaban y se fortalecían al ritmo de interminables partidas de dominó y charlas bajo el cañizo. Durante mucho tiempo, Casa Carmela fue sinónimo de noches vivaces y comidas compartidas, con el mar como testigo silencioso.

El auge de los setenta

La historia continuó con Lola, Alfonso Carmen y Jesús, quienes en la década de los setenta afianzaron el rumbo del restaurante. A medida que se reformaba el establecimiento, se construían los famosos paelleros a leña, un punto distintivo que hasta hoy se mantiene. La tradición mandaba que cada mesa tuviera su propia paella, cocinada con una capa fina de arroz y con el socarrat perfecto, todo un arte culinario transmitido de generación en generación.

Ellos profesionalizaron el negocio sin perder la esencia familiar. Incorporaron elementos típicos de la cerámica de Manises y ampliaron el local, con una terraza absorbida por el salón interior. En esta etapa crítica, quienes se unieron al equipo aprendieron los intricados detalles de la cocina y el aprendizaje continuó de forma interna y sobre la marcha.

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Innovación sin perder la esencia

La llegada del nuevo siglo trajo consigo la cuarta generación con Toni Novo al mando desde 2011. Su visión ha sido clara: respetar la tradición mientras se innova. Toni ha puesto énfasis en mantener el sabor ahumado distintivo de las paellas a leña. Ha añadido su toque personal en una nueva propuesta que incluye una barra de tapas tradicionales, respondiendo así a las demandas modernas sin dejar de honrar las raíces familiares.

Además, la última reforma ha permitido la creación de pequeños salones privados, ideales para reuniones familiares o de negocios. Con estas mejoras, Casa Carmela se ha mantenido como una referencia, no solo para los locales sino también para los visitantes en busca de autenticidad.

Un pilar de la comunidad valenciana

Casa Carmela es más que un restaurante; es un pilar de la comunidad valenciana. A través de casi un siglo, esta institución ha combinado la autenticidad del sabor con un sentido de pertenencia y familiaridad. La historia de Casa Carmela es una prueba viviente de cómo el amor por la buena comida y la perseverancia pueden trascender generaciones, creando un espacio donde cada comida es una celebración.

C/ d’Isabel de Villena, 155, Poblats Marítims, 46011 València, Valencia, España